04 febrero 2024

‘Conversaciones con mi nevera (y Vale)’, cuarta novela, ésta grimosa y vetada

Síndrome, un despojo humano que escribe de techos, vive una tragedia en curso. Pasa por su peor momento. No le ocurre nada especial: Síndrome siempre pasa por su peor momento. En ese momento —su peor momento del momento—, conoce a E., asesino aficionado y escritor profesional de títulos de libros. Le encarga un título para su última obra. E. acepta el encargo fascinado entre copas.
Marga, escritora punk, vive una tragedia a plazos. Acoge en su casa a E., que a su vez vive una tragedia sorda tras su paso por prisión. Sin demasiada conciencia de lo que hace, E. aplaza la tragedia de Marga.
De una u otra forma, los tres personajes se relacionan para un bien provisional.
Una tragedia en curso, otra tragedia a plazos y una tercera sorda. ‘Conversaciones con mi nevera (y Vale)’ ofrece tres tragedias por el precio de una.

Clica en la imagen de la portada, compra la novela y, si cometes el error de leerla, atente a las consecuencias. Date prisa. No me la quitan de las manos, pero en unas pocas semanas ya la han vetado en el mercado global por su «contenido inapropiado». Es muy problable que en breve la supriman del todo y desaparezca. Plof. Adiós, novela inapropiada. Inconvenientes de escribir burradas grimosas. La forma literaria —el arte— no importa; sólo importa el contenido. Sólo importa el error.

10 marzo 2021

‘Heil, Todo’, mi tercera novela

Acaba de salir ‘Heil, Todo’, mi tercera novela. Escrita entre 2016 y 2020, ha sido publicada en febrero de 2021. Puedes comprarla pinchando en la imagen de la portada:


Aquí tienes algunos extractos:


«Me dijeron que nunca llegaría a nada. Se equivocaban. He llegado a nada».


«Escribía mucho. Un diario con notas, reflexiones y cosas así, en cuadernos escolares. Lo había comenzado a los doce años. Al principio esos textos eran más o menos aptos para todos los públicos, y mostraba algunos a Tamara y Vanesa, sus amigas, pero dejó de hacerlo cuando se pusieron a decirle “eso no puede ser” o “qué exagerada” si leían en su diario cosas que no les cabían en la cabeza.

—¿Cómo te va a decir eso tu madre, Pili? —dijo Tamara—. No puede ser. Es tu madre.

—Pili, una madre nunca haría eso —dijo Vanesa.

—Una madre no —dijo Pilar—, pero otra sí».

26 noviembre 2018

No, ahora en serio: ¿Para qué sirve la literatura?

El 28 de julio de 2017 publiqué en este blog una entrada bajo el título de Pregunta trampa: ¿Para qué sirve la literatura? Por lo que recuerdo, en ella apenas si utilicé citas de autores a favor de mi causa. Solté mis opiniones confiando sólo en lo que el lector y yo pudiéramos tener en común a la hora de juzgar las cosas. 
Desde entonces he recopilado, en lecturas o audiciones al azar, argumentos de medios o personas consagradas por la generalidad, clásicas o contemporáneas, que apoyaran, anticiparan o coincidieran con las tesis que en esa entrada sostenía. Argumentos de autoridad. No es bueno abusar de ese tipo de argumento, pero unos cuantos condimentan bien los guisos. Y me he encontrado con buenos aliados que no sabía que lo eran o que me sonaban pero no había tenido en cuenta. Puesto que en la entrada de la que hablo no usé ningún argumento de autoridad, saturaré de ellos esta secuela para compensar.
En De profundis (1897), Oscar Wilde le escribe a su antiguo amante:
«Solía decirte —lo recuerdas, ¿verdad?— que detestaba que me considerases una persona “útil”, que ningún artista desea que le consideren ni le traten así; porque los artistas, como el arte mismo, son por su naturaleza esencialmente inútiles».
Unas páginas antes, Wilde cuestiona retóricamente que «lo perfecto [haya] de tener alguna utilidad», esta vez hablando de la infancia, siempre tan vinculada a la creatividad, el arte y la belleza.